No son letras enredadas
ni caricias cosidas a un papel.
Tampoco un dibujo tieso y sin color
lleno de puntos suspensivos.
Claramente no eres tú,
menos yo
y nunca ellos.
Ojalá fuera la musa de esos cuentos llenos de polvo,
la lluvia que besa el pasto recién cortado
o un latido estornudando en mi boca.
Sin embargo, ella corre
salta entre líneas a las que no pertenece,
se mueve inquieta tras los espejos
que intentan -vanamente- encarcelarla.
Ella no es ni siquiera ella,
no existen artículos para nombrarla.
Sé que ríe,
vuela,
llora,
grita,
gime,
en cualquier bar de la plaza.
Monserrat Ovalle Carvajal
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